La neuroarquitectura es una disciplina que se enfoca en la reducción de factores estresantes de los espacios a nivel decoración, diseño y la construcción, y como ello incide en las emociones. Es decir, el desafío de crear espacios placenteros tanto en el ámbito familiar como el laboral, que contribuyan al bienestar y la productividad, tiene su sustento en la ciencia y las disciplinas combinadas.
Lo cierto es que los elementos de la arquitectura y el diseño de interiores inciden directamente en el subconsciente, algunos pueden potenciar el comportamiento de una persona, así como calmar su estrés o ansiedad, mientras otros pueden alterarlo.
En Argentina por ejemplo, más del 90 por ciento del tiempo que las personas están despiertos, lo pasan en edificios –espacios cerrados-. Y seguramente, muchos de estos espacios no fueron diseñados pensando en el confort y bienestar de las personas. Es por ello, que la neuroarquitectura aparece como una corriente de aire fresco que coloca a las personas en el centro de la escena, priorizando su bienestar, comodidad y felicidad a la hora de diseñar los espacios en un edificio, departamento o casa, explica Livia Armani, Cofundadora de Space Guru.
Que la neuroarquitectura sea tendencia es clave, además, para el rendimiento laboral. En pre-pandemia, se conoció un estudio de Gallup, donde el 77% de las personas no estaban comprometidas con su trabajo por causa de la falta de espacio en la oficina. Luego, esta sensación también se pudo advertir rápidamente en los hogares, cuando producto de la pandemia, casi todo el mundo tuvo que trabajar de forma remota: los hogares no estaban preparados para también cumplir con la necesidad de un espacio abierto, lumínico, con buena vista y confortable. De a poco las familias comenzaron a readaptar sus ambientes para que la jornada laboral y el encierro se hicieran más llevaderos.
«Esta disciplina trata de entender cómo el espacio afecta a nuestro cerebro y, en consecuencia, a nuestro estado emocional y comportamiento«, afirma Mundo Iñarra, miembro del grupo de investigación Neuroarquitectura del Instituto de Investigación e Innovación en Bioingeniería i3B, de la Universidad Politécnica de Valencia, España.
Por su parte el Dr. Sergio Altamonte, arquitecto y profesor asociado de la Universidad de Nottingham destaca: «Los edificios y espacios urbanos deben ser diseñados, en primer lugar, según sus ocupantes. La importancia de la arquitectura como desencadenante del bienestar físico, fisiológico y psicológico se está convirtiendo hoy en día en un tema de gran relevancia».
Ya en la década de 1980, el arquitecto sueco Roger Ulrich pudo demostrar en una investigación que llevó a cabo durante 8 años, que el efecto de una hermosa vista en la habitación de un hospital puede acelerar la recuperación de un paciente después de una cirugía.
Otros estudios también ponen en evidencia que la presencia de la naturaleza relaja el estado emocional, disminuyendo los niveles de ansiedad y estrés, ya sea que se observe desde una ventana o que haya presencia de plantas en los interiores, suele relajar los niveles de ansiedad y de estrés.
También se reveló en sitios experimentales que los techos altos estimulan las actividades creativas y artísticas. Mientras que los techos bajos favorecen la concentración, el trabajo rutinario y la sensación de seguridad para dormir.
Asimismo, rodearnos de objetos e imágenes que tienen un significado emocional positivo aumenta la sensación de bienestar. Un ambiente rico en estímulos favorece la generación de nuevas conexiones neuronales, por ejemplo cuadros, fotos o frases son elementos decorativos que pueden mantener ágil y joven el cerebro.
Siguiendo con esta línea, resulta evidente que, si la presencia de la naturaleza puede generarnos bienestar, entonces el caos nos generaría estrés: cuando se «amontonan» o «acumulan» objetos, se crean obstáculos para la mente y hay confusión. En cambio, un espacio ordenado y despejado puede aportar más calma. Todo lo que hay afuera incide adentro de manera directa o indirecta: un entorno armonioso y agradable promueve la secreción de hormonas relajantes y del bienestar, como la serotonina o la oxitocina.
La neuroarquitectura recomienda pensar en cada espacio según su función. A veces esto implica primero despejarlo, ya sea para reorganizar, rediseñar, liberar espacio para nuevo mobiliario o simplemente para tener más espacio y evitar el caos. En este sentido las personas eligen opciones como Space Guru, una baulera inteligente para hacerlo. Y justo en esta época del año es normal que las personas empiecen a guardar objetos que son propios de la temporada invernal, como ropa y zapatos.
También desde Space Guru percibimos un aumento en equipos deportivos de invierno como esquís y en las estufas eléctricas y caloventores. Seguido de radiadores, lavarropas y camas.
Además de este tipo de objetos, una situación muy recurrente en esta época del año es que las personas empiezan a liberar espacio en sus balcones, terrazas y patios para disfrutarlo con los días más calurosos que están por venir. Así que todo eso que estaba ocupando espacio en estos ambientes de la casa, suelen ser puestos en cajas y enviados a guardar hasta el próximo año.
Estas tendencias reafirman una realidad: nuestro entorno influye en cómo descansamos, producimos y cómo nos sentimos. Los colores y los tipos de materiales ejercen una gran influencia. Lo importante es tener claro que el diseño puede aumentar nuestro rendimiento, reducir el estrés, la ansiedad o la depresión y mejorar nuestra calidad de vida.
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