Con 700 hectáreas cultivadas es hoy una de las mejores zonas vitivinícolas del país. Recientemente un vino elaborado con uvas de esa zona fue premiado en Japón como el mejor tinto del nuevo mundo. Faltan inversiones para desarrollar el enoturismo.
Corría el año 1997 y Suplemento Verde recorría las nuevas plantaciones de vides que un nuevo emprendimiento, de la mano de la promoción agrícola, llevaba a cabo en la vieja estancia El Durazno, un paraje al oeste de la villa Pedernal que perteneció a la familia Graffigna. Fuimos testigos de las primeras 200 hectáreas comerciales de Malbec, Syrah, Cabernet Sauvignon y Merlot en una zona donde sólo habían unas viejas parras criollas, pero sin historia vitivinícola. Pensando otra alternativa también la firma plantó 200 hectáreas de nogales. El acierto fue en los dos frentes: excelentes uvas de calidad y enormes nueces de variedades californianas de exportación.
Esa Promoción Agrícola de los años 90 generaron nuevas inversiones en toda la provincia y sus vinos formaron parte de una nueva vitivinicultura en el país. San Juan comenzó a resurgir. Los primeros contingentes de periodistas especializados comenzaron a visitar los viñedos y nuevas bodegas. Pero para ellos la frutilla del postre era visitar el Valle de Pedernal, del que tanto se hablaba por sus vinos complejos y de calidad. Valle de Pedernal desde su inicio tuvo prestigio nacional.
Hoy hay plantadas 700 hectáreas en su gran mayoría tintas Malbec y Cabernet Sauvignon. También hay Syrah, Merlot, Pinot Noir, Pinot Gris, y las tradicionales blancas Chardonnay, Viognier y Sauvignon Blanc.
La producción está en manos de cuatro grandes empresas vitivinícolas (grupo Salentein, Finca Las Moras, Cavas y Viñas El Acequión y el grupo mendocino ligado a Embotelladora de Los Andes). También hay cuatro emprendimientos familiares para producir vinos y con la mirada puesta en desarrollar el enoturismo.
En el Valle de Pedernal se producen más de 7 millones de kilos de uvas selectas, donde solo una pequeña parte se elabora en el lugar y el resto se distribuye en bodegas de San Juan y Mendoza. Este es el lado flaco del valle ya que pone en evidencia la falta de bodegas para elaborar allí toda la producción y la escasa inversión para desarrollar el enoturismo.
Lo cierto es que lo que comenzó siendo una apuesta emprendedora se transformó en una realidad: en la reciente 19ª edición del Japan Wine Challenge, el concurso más antiguo y prestigioso de Asia, lugar donde más de 1600 vinos se presentaron y fueron evaluados por un panel de destacados profesionales, el vino Pyros Barrel Selected Malbec 2014 de Bodegas Salenteín fue premiado con el Trophy Internacional al Mejor Vino tinto del Nuevo Mundo, destacándose así sobre competidores de Chile, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Sudáfrica entre otros. A su vez, también fue elegido Mejor Vino de Argentina.Entre el jurado estaban nombres como los de: Lynne Sherriff MW (Chairmandel Institute of Masters of Wine), David Wrigley MW (International Director of WSET), Anthony Dias Blue (Periodista especializado de USA), Anthony Rose (Periodista especializado del RU), Neal Martin (Robert Parker), Fumiko Arisaka (fundadora de la Revista Vinotheque de Japon) entre otros.
Salenteín, grupo que elabora vinos Callia, tiene en Pedernal 80 hectáreras cultivadas, todo Malbec. Es el resultado de la visión y el espíritu emprendedor de su fundador: Myndert Pon.
La historia de Pyros se remonta a 2008 cuando Pon visitó por primera vez Pedernal y quedo impactado por la naturaleza salvaje y el potencial de este terruño para la producción de uvas de alta calidad enológica. Fue allí que imaginó dar vida a vinos de clase mundial que fueran el fiel reflejo de las características únicas y diferentes del valle.
Un paraíso vitícola
Históricamente, el Valle de Pedernal ha estado dedicado a la actividad ganadera a campo abierto, aprovechando la vegetación natural y la disponibilidad de agua de arroyos de deshielo y vertientes naturales. El valle está a 1.400 metros sobre el nivel del mar.
Posee un clima continental y frío. En general, es seco y soleado los 365 días del año. Los niveles anuales de precipitaciones son bajos: 150 milímetros en promedio, principalmente en verano. Suele nevar en promedio dos a tres veces por año, en invierno.
El suelo del valle está conformado en gran parte por piedras de sílice conocidas como ‘pedernal’. Al golpearlas entre sí crean una lluvia de chispas que, según las leyendas locales, fueron utilizadas por los antiguos pueblos de la región para producir fuego.
Los suelos son aluviales constituidos por gravas de distintos tamaños, morfología (generalmente de forma angulosa, plana) y composiciones (hay piedras calcáreas, de sílex ‘Pedernal’, entre otras), complementados con materiales finos como arenas, limos y arcillas depositados en capas. Por lo tanto, los suelos resultan pobres, con bajos porcentajes de materia orgánica pero con óptima retención y distribución del agua. Poseen además buen drenaje y evidencian poca compactación.
El agua proviene de acuíferos subterráneos que se nutren con el deshielo de las altas cumbres de la Cordillera de los Andes.
El agua se distribuye mediante el sistema de riego por goteo.
El Valle de Pedernal ya ha mostrado lo que produce. Solo faltan más inversiones para desarrollar sin duda una de las rutas del enoturismo más interesante de la Argentina. Fuente: Diario de Cuyo
Sé el primero en comentar