Desde la adquisición de una nueva finca para la implantación de bloques de variedades y portainjertos hasta el acondicionamiento de invernaderos para el cultivo bajo hidroponía, el vivero de origen francés con 25 años en el mercado local, se encuentra en la búsqueda de soluciones innovadoras y sustentables.
El Grupo Mercier cuenta con más de 130 años de trayectoria en la vitivinicultura mundial. Se trata de una empresa francesa dedicada a la producción y comercialización de plantas de vid, con presencia en más de 35 países de todo el mundo. En Argentina, Mercier desembarcó hace 25 años y, siguiendo la filosofía de la casa matriz, la innovación ha sido uno de los principales ejes de desarrollo.
Al consultarlos sobre qué los impulsa a innovar, Daniel Bergamín, gerente de producción de Vivero Mercier comentó que una de las principales motivaciones es la situación sanitaria de los viñedos argentinos. “Al analizar el entorno, fuimos constatando que cada vez hay más problemas sanitarios relacionados con virus que son muy detrimentales en la producción, en la calidad, en la longevidad y en la estabilidad de los viñedos”.
Los virus más recurrentes son:
- Grapevine leaf roll-associated virus (GLRaV), transmitido por una cochinilla harinosa, muy difundido e imposible de sacar cuando el material vegetal se encuentra contaminado.
- Grapevine fan leaf virus (GFLV), muy dañino en todo el mundo. Transmitido por un nemátodo de la raíz (Xiphinema index).
Otros problemas detectados fueron:
- Corrimiento de la vid: causado por motivos fisiológicos, sanitarios e incluso genéticos. Al respecto, Daniel Bergamin asegura que “hay muchos materiales vegetales que los productores se van ‘convidando’ y sobre los que se desconoce la genética. Las denominadas ‘plantas macho’ pueden traer este defecto que produce corrimiento, haciendo que los rendimientos no sean adecuados para los costos de producción”.
- Hoja Malvón: es otra enfermedad importante en nuestros viñedos, que suele producirse por los cortes excesivos de poda, que permiten la entrada de distintos hongos y algunos microorganismos que afectan la madera y hacen que la planta vaya declinando hasta que termina muriendo con el paso de los años.
El panorama observado por los expertos de Vivero Mercier los inspiró a buscar soluciones innovadoras que favorezcan la creación de viñedos que puedan ser sostenibles en el tiempo. “Nuestro desafío, como primer eslabón de la cadena vitivinícola, fue encontrar las alternativas que nos permitan, en un corto plazo, ofrecer la genética, sanidad y calidad adecuadas, para que esos futuros viñedos puedan ser capaces de producir los vinos que sueñan aquellos que están iniciando una plantación, los vinos que demanda hoy el mercado”, aseguró el ingeniero Bergamín.
Teniendo en cuenta las estadísticas de la superficie por edad de los viñedos argentinos que han sido plantados desde la década del ‘90 hasta nuestros días, se observa que se están arrancando plantaciones de entre 22 y 25 años que ya no son rentables y carecen de buena calidad y productividad. “A la problemática sanitaria que afecta a nuestras viñas se suman los accidentes climáticos, heladas, granizo, sequía que hacen que las plantas vean comprometidas sus reservas y tengan menor capacidad de respuesta, para sobreponerse a esas situaciones críticas. Así las enfermedades que ya existen en las plantas avanzan más rápidamente, se deteriora el estado sanitario del cultivo y como consecuencia cae bruscamente la productividad”, agrega el gerente de Mercier.
Si consideramos que en la mayoría de los viñedos implantados en la gran reconversión vitivinícola iniciada en los ’90, se utilizaron plantas de orígenes diversos y con status sanitario desconocido, y teniendo en cuenta que muchos de los viñedos que hoy se están arrancando corresponden a esa época, podemos inferir que hay más de 30 mil hectáreas comprometidas a nivel sanitario y productivo, si a esto se le suma la escasa utilización de plantas certificadas hasta los años 2015 aproximadamente, la superficie en riesgo podría ascender a unas 90 mil has.
Anticipando este panorama, Vivero Mercier viene trabajando en la producción de plantas de vid certificadas, que garantizan identidad, sanidad, trazabilidad y cuentan con el respaldo del INASE.
Si bien, las primeras plantas certificadas comenzaron a producirse en 2004, la demanda fue incipiente hasta 2015 cuando los viticultores vieron que sus viñedos entraban en decadencia. “Progresivamente se incrementaron las consultas de nuestros clientes sobre plantas sanas, certificadas o libres de virus comercialmente detrimentales. Y en los últimos años, la demanda fue explosiva”, argumentó Bergamín.
El incremento de la demanda obligó a Vivero Mercier a repensar su estrategia para poder dar respuesta a las necesidades del mercado y acompañar a los productores en este nuevo contexto.
En este sentido, afrontar el desafío de incrementar rápidamente la producción de plantas de vid certificadas, no era posible por las vías tradicionales.
Al tratarse de un proceso biológico, los métodos convencionales iban a requerir al menos 10 años. Entonces, “asumimos el reto de ampliar la superficie de producción de los bloques de plantas madre (de variedades y portainjertos) con la adquisición de una nueva finca en Ugarteche, Luján de Cuyo y sumar el cultivo bajo sistema de hidroponía en invernadero, lo que nos permitirá aumentar nuestra base de sustentación de material genético para poder abastecer las necesidades de plantas de vid certificadas”, concluyó Daniel Bergamín.