La tecnología que permite levantar paredes con ladrillos fabricados con residuos orgánicos ya es utilizada en la provincia de San Luis y llamó la atención de una importante ciudad de Brasil.
En el armado de presupuesto para encarar la construcción de una casa propia, un edificio de oficinas o una obra pública, cada peso cuenta. Ahora, y gracias a una tecnología que lleva diez años de testeos, hay un nuevo material realizado sobre la base de tecnología local que podría permitir achicar costos y sumar beneficios: ladrillos hechos de residuos, cuya fabricación cuesta hasta un 30 por ciento menos que la de un ladrillo común.
“Buscando tecnologías que pudieran resolver cosas simples encontramos la forma de separar la basura y hacer que los desechos orgánicos sirvan para producir ladrillos no sólo más baratos, sino que más aislantes en lo relacionado a su acústica y térmica”, explica Rodolfo Tarraubella, presidente de EcoConciencia, una fundación con 20 años de vida, la mitad de ellos invertidos en estudiar y validar este proceso de fabricación de ladrillos.
Ideados para resolver qué hacer con la basura en comunidades pequeñas de entre 6 mil a 50 mil habitantes, pero útiles para hacer desde paredes hasta postes de cualquier ciudad del mundo, estos ladrillos son el resultado de un proceso muy distinto al que atraviesan aquellos fabricados de forma convencional.
“Esta tecnología lo que hace es partir de la separación de basura en plásticos, vidrios, metales y desechos orgánicos, para luego rociar este último tipo de residuos con productos químicos que los inertizan y matan a las bacterias que generan el olor que emiten en su etapa de descomposición y atrae ratas y cucarachas”, relata el licenciado, que a su vez, agrega: “Con la fabricación de estos ladrillos se generan beneficios económicos desde el primer momento, ya que la basura que no sirve para el proceso –como vidrios, metales y plásticos– se empaqueta y se vende”.
Así, son los desechos considerados orgánicos los que se trituran y amasan para luego agregarles cemento, arena y quizás colorante y convertirse luego en ladrillos. “Además de los beneficios económicos y técnicos de este nuevo material pensada para la construcción, estos ladrillos se destacan por sus virtudes ecológicas, ya que no hace falta llevarlos a un horno –lo que obliga a talar bosques para ser usados como leña– ni usar tierra de cultivo como insumo para la mezcla”, sostiene Tarraubella.
Según la cabeza de EcoConciencia, estos ladrillos cuentan con entre un 50 y un 60 por ciento de contenido orgánico, y ya han sido certificados por el Centro de Investigación del Comportamiento Ambiental y Energético de la Vivienda (CICAEVI) y superado pruebas anticancerígenas del Inti.
Para dar una idea de cuál es la relación entre cantidad de basura recolectada y cantidad de ladrillos fabricados, el presidente de la ONG asegura que “una comunidad de 60 mil habitantes que produzca 30 toneladas diarias de desechos podría fabricar entre 30 mil y 45 mil ladrillos diarios, los cuales servirían para construir de 3 a 5 casas por día”. Sin embargo, aunque aclara que este nuevo material sirve también para ser usado en grandes urbes, Tarraubella opina que la magnitud de basura producida en ese tipo de ciudades sería mejor utilizada si se convirtiera en energía.
Esta tecnología, que evita la emisión de gases efecto invernadero contribuyendo así a la acción contra el cambio climático, ya tiene seis años de vigencia en la provincia de San Luis, y ha llamado la atención de ciudades extranjeras como Natal, capital del estado brasileño Río Grande del Norte.
Fuente: Apertura