Esmeralda siempre ofreció vinos cotidianos y sabrosos con perfil moderno. Ahora sumo un orgánico y trepa a la alta gama.
Para muchos consumidores memoriosos, Esmeralda es una bodega que tiene vida propia. Para los más nuevos, en cambio, tal vez sea una más de la larga lista que puebla las vinotecas. Ubicada en Rivadavia, en el este mendocino, y propiedad de la familia Catena, lideró buena parte del proceso de reinvención del vino argentino a partir de 1980.
En los últimos años, sin embargo, la bodega perdió protagonismo detrás de sus marcas más conocidas. Las modernizantes Estiba I y Esmeralda Fernández, se sumaron a las ya conocidas Gran Rodas y Bravío. Ahora, subida a una tendencia global que consolida la senda verde en el mudo del vino, la casa retoma su rumbo con la presentación de un Malbec orgánico con un estilo renovado. Esmeralda Fernández Malbec Orgánico (2015, $275) acaba de salir a la venta y es un tinto expresivo y frutal, con una boca suelta, fluida y llena de sabor, como no se conocía en este nivel de precios. En eso, la apuesta verde y el nuevo estilo le dan sobrado aire de renovación a la línea.
Para tener una idea clara, basta probar su Esmeralda Fernández Malbec (2014, $115). Tinto de las alturas de Uco, ofrece intensidad y buen cuerpo, con sabor frutal y frescura elevada. El mismo combo que ofrece el Cabernet Sauvignon (2004, $115), aunque con un trazo herbal más evidente. El Chardonnay (2015, $115) es fresco y con trazo frutal, excelente para acompañar comidas.
En el otro extremo está la línea Estiba I. Con algunos ejemplares de impecable relación calidad precio, como Estiba I Syrah (2014, $76), una joyita de sabor y tersura; Cabernet Sauvignon (2015, $76), con taninos firmes y sabor frutal; seguidos por Malbec (2015, $76) y Malbec-Syrah (2015, $76), con bocas suaves y un ligero trazo herbal.
UVAS ORGÁNICAS
Esmeralda Fernández Malbec Orgánico está elaborado con uvas del Viñedo Esmeralda, ubicado en Villa Bastías, Tupungato. Leopoldo Kuschnaroff, el enólogo responsable del vino, explica que “por ser orgánico, los rendimientos del viñedo son menores y eso encarece mucho la uva, pero al mismo tiempo garantiza un balance más ajustado y fresco”. La combinación de una zona fría con ese tipo de balance da un tinto ligero y al mismo tiempo expresivo. Exactamente lo que ofrece el vino cuando se lo prueba.
TENDENCIA VERDE
En el mundo hay países con una clara conciencia del consumo de productos orgánicos. Suecia es uno de ellos. Y en los últimos tres años, según los catadores del Systombolaget (el monopolio estatal), lo orgánico es más que una tendencia: es un mercado fuerte. Atentas a esto, muchas bodegas locales se suman a la producción de estos vinos que, por el tipo de certificación que reclama Argencert, por ejemplo, deben estar hechos con uvas orgánicas, de las que hay muchas y muy buenas en la Argentina. Así que no será extraño que pronto veamos más vinos en esta línea.
Fuente: planetajoy