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Del ¿por qué? al ¿para qué?

Comencemos describiendo las diferencias entre una pregunta y la otra, ya que, aunque parecen iguales, no lo son, poseen diferentes significados.

El por qué nos lleva al pasado, a recordar hechos que sucedieron, a las causas que te llevaron a esa circunstancia o situación. Esta pregunta busca justificaciones.

Usamos la preposición POR para indicar una causa, motivo o razón.

En cambio, el para qué nos hace viajar al futuro, nos da significados, propósitos, posibilidades infinitas, produce ganas de crecer e ir por más.

El por qué es fácil de responder, ya que busca en el pasado causas y justificaciones; mientras que la otra pregunta, el para qué, indica hacia donde me dirijo, pues me lleva a la búsqueda de mi propósito.

El por qué satisface tu mente, el para qué llena tu corazón. Al hablar del para qué, estamos siendo motivados y proyectando las metas que queremos alcanzar.

El por qué mira el problema, el para qué observa la solución. Si me paro en el primero, estoy ocupando el lugar de víctima ya que busco culpables y coloco el problema afuera, no lo hago propio. En oposición, si me paro en el segundo, soy protagonista, me basta con tomar las riendas de mi vida y actuar por ellas. SOY el generador de las SOLUCIONES.

Las preguntas que comienzan con “para qué” son poderosas:

  1. Están orientadas hacia el futuro
  2. Conducen a la acción
  3. Ponen foco en la meta y no en el problema
  4. Preguntan QUÉ, en lugar de POR QUÉ

Te invito a reflexionar:

● ¿Te preguntaste para qué estás haciendo lo que estás haciendo?

● ¿Decidiste para qué querés lo que querés?

● ¿Para qué decís lo que decís?

Las preguntas que nos hagamos hoy y la calidad de las mismas determinarán el presente e impactarán en nuestro futuro.

No cuentes tus días, haz que tus días cuenten. Cuando hay propósito, hay objetivos.

Vivir es una oportunidad. Si hay vida, hay posibilidades, nuevos horizontes y futuro.

Contenido exclusivo para MASSNEGOCIOS Diario Online

Fuente: Estefanía Talaván

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